Perú, amor mío.
Por Francesca Emanuele
Perú, amor mío, hay que bajar hasta el fondo del río para recordarte tu historia, rociarte de arena de la memoria para que retrotraigas todo aquello que has vivido. Refrescar tu sufrimiento y que no vuelvas a él nunca más. Perú, porque andas como si estuvieras despierto, pero todos sabemos que estás dormido.
La pobreza ha sido parte de tus primeros años de infancia y adolescencia, cuando uno empieza a discurrir y a tomar conciencia de las cosas. De ahí que te pareciese que no fuese sino éste tu estado natural del universo, incluso el único posible.
Perú, cariño, tú sabes que las carencias que has padecido no tienen por qué ser el sempiterno orden de las cosas, tu perdurable letanía. Por eso,anda, no calles, exige un lugar en la gran mesa del mundo al que también perteneces. Busca que tus relaciones no se fundamenten en principios de dependencia y subordinación, sino de entendimiento mutuo y de dialogo entre iguales.
Perú, tierra bonita, en tus entrañas se acumulan cosas indeseables, inquietantes. Y son muchas. Demasiadas. Tienes heridas que nadie siquiera intenta curar, tan profundas que se asemejan a tus noches cerradas, tan profundas que prefieres hacer como si no existieran. Las escondes, pero siguen ahí, indómitas, palpitando desde las muertes de las fosas comunes de tu sierra.
Mi amor, cómo es que mirarás a tus hijos, y yo a los míos, si haces como si nada hubiese pasado. Qué aprenderán ellos de ti y tú de ellos si sigues agachando la cabeza, si sigues dejando que te golpeen con la misma piedra que no hace mucho recibiste y te dejó sangrando.
Qué te cuesta soñar con verte a ti mismo distinto, limpio, justo. Qué es lo que sucede para que no creas que mereces algo mejor que darle la mano a los que ya han corrompido tu endeble estructura, quienes se han burlado de ti, quienes te han robado despojando del pan de cada día a tu gente, a la misma que dicen que van a empezar a alimentar. No les creas, mi amor. Al sembrar tanta miseria, no fue un error lo que cometieron. Si fuera así, te rogaría que los perdonaras. Pero ellos no se equivocaron, te arrebataron tus bienes para quedárselos como algo privado, cuando era tuyo, cuando era público.
Ellos te creen ingenuo, sumiso, influenciable. No les des la razón, cariño mío. Lucha por tener la oportunidad de nunca más esconder tu cara, ese mismo rostro que ellos mancharon con el estigma del hurto de tu dignidad.
Querido Perú, debes saber que la conciencia no crea monstruos cuando sueña, solo cuando duerme. Por favor, ¡despierta!, ¡levántate!, ¡recuerda! No fue hace mucho, y aún estamos a tiempo de, en lugar de repetir la historia, aprender de ella y transformarla.
2 comentarios:
Muy buena reflexion...
Excelente la redacción de Francesca Emanuele.
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