jueves, 11 de febrero de 2016

Alberto Adrianzén: EL DESEMBARCO DEL TPP

Respecto al TPP, Adrianzén precisa: 
"Hace unos meses el Premio Nobel Joseph Stiglitz dijo que el TPP no solo representa una profundización de los TLC sino que también dejará al Perú «definitivamente peor» ya que aumentará la desigualdad. Incluso, días antes del cierre de las negociaciones, Stiglitz se dirigió al gobierno peruano para pedirle que no permita que el Perú «quede encerrado en acuerdos comerciales desiguales»."


http://larepublica.pe/impresa/opinion/740505-el-desembarco-del-tpp


EL DESEMBARCO DEL TPP

En medio de un clima caluroso pero «tapado» por nubes de denuncias de plagios y una campaña electoral que bien puede llamarse «chapa a tu candidato y mátalo políticamente»,  ha desembarcado en nuestro país, casi de manera silenciosa, el llamado Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP). A inicios de febrero, en Nueva Zelanda, el Perú junto con otros once países, incluido EE.UU., firmó dicho acuerdo, conformando –como afirma este diario– «un  polémico bloque comercial» y dando inicio a «la operación de apertura del mercado peruano más controvertida de los últimos 15 años» (LR, 09/01/16).

Este acuerdo y esta firma no son cualquier cosa. Esta será la herencia más pesada y más polémica que nos deja un nacionalismo que ha terminado por perder todo pudor y por arriar ideas y banderas al entregar nuestra soberanía y bienestar a los intereses de las transnacionales. No es cierto, como acaba de decir el presidente del Consejo de Ministros, Pedro Cateriano, que este acuerdo es garantía de nuestro desarrollo económico. Ocurrirá, más bien, todo lo contrario. Hace unos meses el Premio Nobel Joseph Stiglitz dijo que el TPP no solo representa una profundización de los TLC sino que también dejará al Perú «definitivamente peor» ya que aumentará la desigualdad. Incluso, días antes del cierre de las negociaciones, Stiglitz se dirigió al gobierno peruano para pedirle que no permita que el Perú «quede encerrado en acuerdos comerciales desiguales».

Es por ello que el proceso de negociación que ha llevado el gobierno para la firma del TPP ha sido secreto y ha dejado de lado a sectores del Estado que no estaban de acuerdo con algunos puntos del acuerdo. Se sabe, por ejemplo, que el Ministerio de Salud (Minsa), que tenía algunos reparos debido al impacto que el TPP tendría en el acceso a los medicamentos, no participó —como señala La República— «en las jornadas finales de las negociaciones que se llevaron a cabo en Atlanta (EE.UU.)». Lo mismo se puede decir del silencio de la cancillería peruana. Nadie, hasta ahora, salvo los negociadores, casi todos ellos del Mincetur, y la ministra Magali Silva saben cuál es el contenido y a qué se ha comprometido el Perú con la firma del acuerdo. 
El resultado ha sido del dominio total del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) y de la propia ministra del sector que, por lo general, así señalan algunos negociadores, se alineaba con los intereses norteamericanos. Este asunto es tan claro que Magali Silva fue la única ministra autorizada por el gobierno para viajar a Auckland, Nueva Zelanda, y firmar el TPP (RS N° 023/2016/-PCM). La justificación, como señala esta resolución, es que el Mincetur «es el organismo público competente para definir, dirigir, ejecutar, coordinar y supervisar la política de comercio exterior y turismo». 

El TPP, como se sabe y se ha reiterado, afectará el bienestar de la mayoría de peruanos y tiene consecuencias negativas en varias áreas. Una de ellas es el de la soberanía al someter las controversias entre Estado y empresa privada a tribunales arbitrales internacionales que nada tienen que ver con la justicia de nuestro país. El tema del pago de los bonos de la deuda agraria, ahora en discusión, entraría bajo el paraguas de este acuerdo. Otro campo es el de la salud y los medicamentos al patentar procedimientos médicos y al prolongar el tiempo de vida de las patentes, es decir, el monopolio que tienen los laboratorios sobre algunas medicinas. Lo más probable, como ya ocurre, es que escaseen los genéricos y suban los precios de aquellos necesarios para enfermedades complejas como el sida, el cáncer o la hepatitis C.

En realidad, el TPP es parte de una estrategia mayor de EE.UU. para mantener su hegemonía e impedir el surgimiento de un mundo que quiere ser construido multipolarmente. Actualmente EE.UU. negocia con la Unión Europea (UE) el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP) con las mismas características del TPP, que también se negocia
en secreto y con una confidencialidad de cinco años. Divulgar su contenido es un delito. Y si a ello sumamos la firma en un futuro cercano del Acuerdo de Servicios (en inglés, Trade in Services Agreement, TISA), que es un tratado internacional en el que participan 23 países, incluyendo a la Unión Europea, a EE.UU. y al Perú, que promueve la liberalización total a escala global del comercio de servicios, como la banca o el transporte, la faena imperial se completa.

Se ha dicho que hoy una política imperial se compone, por un lado, de bases militares y, por otro, de tratados comerciales. Es decir, de una suerte de doble control: militar y económico.  Por ello, logrado el TPP en su fase inicial y de conseguir el TTIP y el TISA, como dice la activista Susan George, EE.UU. habría dado un golpe de Estado geopolítico a nivel mundial. 

Es por ello que el TPP, que debe ser aprobado o rechazado finalmente por el Congreso, obliga a que se le discuta abierta y transparentemente tanto en el Poder Legislativo como en la sociedad, y ser, al mismo tiempo, un tema central del debate presidencial, salvo que la derecha, las grandes empresas y los confetis de denuncias de nuestro carnaval electoral estén buscando ocultar este entreguismo final del otrora soldado y nacionalista Ollanta Humala.
(*) Parlamentario Andino

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